Porque escribir es viento fugitivo y publicar, columna arrinconada. Blas de Otero

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La ruta de las cosas



¿Quien sería el Ramón Gómez de la Serna del siglo XXI?. No lo hay. Sencillamente, uno se tiene que conformar o no con graciosos de medio pelo, vanguardistas de salón que no dejan de ser unos auténticos caraduras y algunos trileros de la palabra escásamente brillantes. ¿Quién habla bien?, ¿Quién escribe cómo los ángeles?, ¿Quíen usa monóculo?. Son las grandes preguntas que me hago hoy siendo consciente de que no hallarán respuestas convincentes. El orador se enfrenta a la incomprensión, no es fácil engatusar al personal con una excelsa greguería o mediante el canto de sirena de una poesía socarrona. ¿Un orador político?. No. ¿Un mensaje de esperanza?. Pues tampoco. Ramón era un poco ajeno a todo ello, como buen esteta y burgués, literato de un ingenio afilado pero con mácula, bello y estético, lacerante y rumboso. Pura pose. Como aquella gansada que realizó en 1928 ante la cámara de un amigote suyo. Pero quien lo iguale que se preste a ello. Si es capaz, claro.

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Pedro Luna Antúnez.

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