Porque escribir es viento fugitivo y publicar, columna arrinconada. Blas de Otero

sábado, 28 de diciembre de 2013

La noche que murió Germán Coppini

La noche que murió Germán Coppini brindábamos con burbujas y sonreíamos al destino. Lo hacíamos en familia, con villancicos y coplas de fondo. Como manda la tradición. Pero corren malos tiempos para la lírica. Tampoco son buenas las noches, no lo son para las 70.000 familias que fueron desahucias en 2013 o para aquellos que esa misma noche hicieron cola en comedores sociales. Y un largo etcétera. Pero nosotros brindábamos porque era lo que tocaba. Y de golpe se nos fue Germán Coppini. Fue poco después de brindar en familia cuando me enteré de que Germán nos había dejado. Eso sí que es un golpe bajo, colega. En aquel momento pensé en sus inicios. Cuando empezó en Siniestro Total y Vigo sufría un elevado desempleo a causa de la reconversión del Sector Naval. Eran años duros para la clase obrera. Como los que vivió Gran Bretaña cuando surgieron Sex Pistols y The Clash. Como el gris Manchester de Joy Division y The Smiths. Germán Coppini se ha ido en unos años iguales de duros, sin Solchagas ni Thatcherismos pero con la misma angustia y falta de horizontes. Sin futuro ni perspectivas. Acabaron los brindis en familia y bajé a la calle. No quise mirar a los ojos de la gente; dan miedo y mienten siempre. Caminé con la mirada perdida y ausente, como quien ve a un espectro. Como si me hubiese encontrado con la Santa Compaña. Ya en casa leí unas líneas sobre el último concierto de los Pistols: el día de Navidad de 1977 en Huddelsfield, norte de Inglaterra. El concierto lo hizo el grupo en apoyo a las familias de los bomberos en huelga. En solidaridad con sus hijos, quienes recibieron regalos de manos de Johnny Rotten y compañía. Volví a pensar en Germán Coppini. Escuché algunas canciones y leí las palabras de un amigo de Germán que recordaba las noches que compartieron en los bares de Vigo. Eran otros tiempos. O quizás no. Luego cogí mi mejor Whisky y me tomé una copa en memoria del gran Germán Coppini.

Pedro Luna Antúnez.

martes, 24 de diciembre de 2013

La reforma del aborto

Bilbao, 26 de octubre de 1979: tres mil personas se manifiestan frente a la Audiencia Provincial de Bilbao. Ese día juzgaban a once mujeres acusadas de prácticas abortivas y a las que la Fiscalía pedía doce años de cárcel. Las acusadas eran de clase trabajadora y residían la mayoría de ellas en Basauri. Madres de familias numerosas, su situación económica era muy precaria y estaban en el paro; no sólo ellas sino también sus maridos. Fueron condenadas por abortar. Sin embargo, su caso hizo que el movimiento feminista impulsara una campaña en todo el país en solidaridad con “las once de Bilbao”. La presión social provocó que finalmente en 1983 las acusadas fueran indultadas al considerarse como un atenuante la frágil situación social y familiar de aquellas mujeres.

El proceso contra las once mujeres de Bilbao sirvió para colocar en el debate político un tema tabú hasta entonces como era el del aborto. Dos años después del indulto, el PSOE aprobó la primera ley del aborto desde 1936. No obstante, la ley de 1985 sólo despenalizó al aborto en tres supuestos: riesgo grave para la salud de la embarazada, violación y malformaciones en el feto. Fuera de estos tres supuestos, la ley contemplaba penas de seis años de cárcel para las mujeres que abortasen. Tuvieron que pasar 25 años para que se aprobase en 2010 una ley de acuerdo con los criterios establecidos por la Organización Mundial de la Salud. La ley permitía a la mujer poder abortar durante las primeras catorce semanas de embarazo. Por primera vez, exceptuando un breve periodo durante la Segunda República, se dejaba en manos de la mujer poder decidir libremente sobre su cuerpo.

La reforma del aborto aprobada por el Partido Popular hace unos días es un retorno a las catacumbas. Ni siquiera se recupera la ley de 1985 como así ha expresado la propaganda institucional. La ley de Gallardón endurece la de 1985, ya de por sí restrictiva. Es volver a 1979 y a los procesos judiciales de Bilbao. Es la criminilización de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer; y es una ley que nace cubierta de sangre. De la sangre de los abortos que se realizarán de manera clandestina. Porque prohibir el aborto es invisibilizarlo. Pero miles de mujeres seguirán abortando por necesidad. Algunas podrán hacerlo en un país donde sea legal pero no todas tendrán esa oportunidad. Las que aborten ilegalmente se jugarán la vida. Sólo un dato: en 1976 un total de 300.000 mujeres abortaron clandestinamente en España. 3.000 de ellas murieron.

Pedro Luna Antúnez.

martes, 17 de diciembre de 2013

El PAHtio: Nuevo centro social en Hospitalet

Artículo publicado en Tercera Información.

Si algo nos ha demostrado el sistema en los últimos años es que la legalidad no siempre es sinónimo de legitimidad. De hecho, vivimos tiempos en los que raras veces la legalidad es legítima. No lo es cuando nace de un régimen que ha emprendido una guerra sin cuartel contra al pueblo sirviéndose de un aparato judicial, económico y político orientado a proteger los intereses de una élite frente al interés de la mayoría de la población. Frente a esa realidad la legitimidad sólo se puede expresar a través de una vía: la desobediencia civil. Y es esa vía la que están explorando colectivos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) así como movimientos sociales de base. En este sentido, la liberación de espacios en desuso, ya sean de titularidad pública o privada, es una de las acciones que se están llevando a cabo con mayor celeridad. Por necesidad y como respuesta a la desidia de la administración.

El pasado sábado la PAH de Hospitalet de Llobregat conjuntamente con la asamblea local del 15M y el colectivo de “Iaioflautas” ocuparon una guardería pública abandonada desde hace dos años y medio. Después de siete meses esperando una entrevista con la alcaldesa Núria Marín (PSC), la iniciativa de la PAH surge de la necesidad de dotarse de un espacio común para crear redes de apoyo mutuo entre los movimientos sociales de la ciudad y con la finalidad de atender y de cubrir las necesidades más básicas de personas en riesgo de exclusión social, un sector de población cada vez mayor en una ciudad como Hospitalet azotada por el desempleo y los desahucios. Por ejemplo, el espacio liberado servirá como centro de recogida de comida y ropa para familias desprotegidas.

La ceguera de la administración se puso una vez más de manifiesto en la visita del concejal del distrito al nuevo espacio liberado al emplazar a los colectivos allí presentes a utilizar las herramientas del sistema. Del mismo sistema que crea las desigualdades y que aboca a la miseria a amplias capas de la ciudadanía. Es por ello que frente a una clase política que sigue viviendo en una burbuja, unos sindicatos desacreditados y una izquierda política obsesionada con los sondeos electorales, la movilización social no la están protagonizando estos últimos sino miles de personas anónimas que se están organizando a pie de calle en los barrios más castigados por la crisis. Como las personas que de manera desinteresada y solidaria están haciendo guardia cada noche para preservar un nuevo centro social en un barrio como el de Pubilla Casas de Hospitalet.

Un nuevo espacio liberado ha nacido en Hospitalet. Se llama el PAHtio y ha llegado para quedarse. Curiosamente, ese mismo espacio fue ocupado en 1984 por la Asamblea de parados y paradas de la ciudad. Treinta años después la historia se repite. Y se repite porque hoy como ayer la opresión y las injusticias son las mismas. Es el resultado de un régimen que ha derivado en una estafa pseudodemocrática y que ya sólo se sustenta bajo los pilares de la represión. Esa represión que recurre al miedo para desmovilizar y amordazar a la población. Ignoran que cada vez hay más gente que, a pesar de las multas y de las nuevas leyes de seguridad ciudadana, han perdido el miedo. El día que seamos mayoría seremos imparables.

Pedro Luna Antúnez.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una derrota quijotesca

“Lo tuyo es una derrota quijotesca” respondió sin titubear un compañero de trabajo segundos después de anunciarle mi dimisión como miembro del Comité de Empresa. Hasta ese momento yo no había contemplado mi renuncia sindical como una derrota, y menos aún quijotesca, pero reconozco que sus palabras me reconfortaron. Es de agradecer ser visto como un idealista después de haber dedicado casi diez años de mi vida al sindicato. Derrotado o no, las ideas permanecen.

Renuncio y doy un paso atrás tras un periodo de reflexión serena y autocrítica. No me arrepiento de nada. Sin embargo, diez años dan para mucho y posiblemente haya cometido más errores que aciertos. Asumir esos errores fue el primer paso. El segundo y definitivo paso fue llegar a la conclusión de que no podía seguir siendo rehén de mis propias contradicciones. Es por ello que el 1 de enero de 2014 dejaré de ser sindicalista de Comisiones Obreras. A partir de ahora priorizaré otros frentes de lucha. Corren tiempos difíciles para la clase trabajadora y en ocasiones la revolución ha de empezar por uno mismo.

Creo haber tomado una decisión consecuente y sé que quienes me conocen la entenderán. Quizás porque algunos de ellos la esperasen desde hace tiempo. Otros simplemente no entenderán la decisión. A todos ellos, decirles que no abandono. Que nos veremos en las calles, en las asambleas y en las plazas. Y lo haré a la manera machadiana: ligero de equipaje y con la conciencia a salvo.

Pedro Luna Antúnez.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Chile en el corazón

“Allende no se rinde, milicos de mierda”. Cuentan que esas fueron las últimas palabras que pronunció Salvador Allende segundos antes de pegarse un tiro en la barbilla con un fusil AK-47 que le había regalado Fidel Castro. Eran cerca de las doce del mediodía y la aviación del ejército golpista bombardeaba sin cesar la Casa de la Moneda. Aquellas fueron las últimas horas de la Unidad Popular chilena, un frente unitario de izquierdas que alcanzó el gobierno tras ganar las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970. Hoy se cumplen 40 años de un golpe de Estado que supuso el fin de uno de los últimos grandes gobiernos progresistas de la historia. En el recuerdo, nombres como Salvador Allende, Víctor Jara y Pablo Neruda, cuyos discursos, canciones y poemas hicieron que desde hace 40 años llevemos a Chile en el corazón. De aquel Chile que como la España republicana expiró por la brutalidad de las armas. Hoy, 11 de septiembre, conmemoramos una derrota. Nuestra derrota.

Salvador Allende pronunció su último discurso al pueblo chileno pasadas las diez de la mañana en Radio Magallanes, única emisora gubernamental que no había caído en manos de los golpistas. En la madrugada del 11 de septiembre el ejército sublevado ya había tomado Valparaíso, ciudad costera a unos 120 km de Santiago de Chile. Cerca de las nueve de la mañana, las emisoras de la reacción radiaban la primera proclama golpista en la que se instaba a Salvador Allende a rendirse y a desalojar La Moneda antes de las once. De lo contrario, el palacio presidencial sería tacado “por tierra y aire”. “Yo no abandono La Moneda ni me rindo. De acá sólo podrán sacarme muerto” expresó Salvador Allende a unos de sus colaboradores. El último discurso de Salvador Allende es un monumento a la integridad humana y pone de manifiesto la talla moral de un hombre que fue leal a su pueblo hasta el último suspiro de su vida. “La historia es nuestra y la hacen los pueblos” afirmó el presidente en aquella alocución. Jamás tan pocas palabras significaron tanto.

A Víctor Jara lo condujeron el 12 de septiembre al Estadio Chile. Durante cuatro días sufrió innumerables torturas y humillaciones. “Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda” le espetó un oficial del ejército nada más percibir la presencia del cantautor. En esos días escribió un último poema: Somos cinco mil. A Víctor Jara lo asesinaron el 16 de septiembre tras ser acribillado por 44 balazos. Horas antes le habían destrozado las manos con la culata de un fusil. No acallaron su voz. Para los que crecimos escuchando a Víctor Jara, sus canciones forman parte de la banda sonora de nuestras vidas. Esos milicos de mierda no lograron acallar su voz.

Pablo Neruda padecía una frágil salud desde comienzos de 1973. En febrero había renunciado a su cargo como embajador de Francia, agravándose su estado tras el golpe militar. Falleció el 23 de septiembre y dicen que fue a causa de un cáncer de próstata. Días después los militares saquearon su casa e incendiaron sus libros. Su amigo Rafael Alberti escribió el poema A Pablo Neruda, con Chile en el corazón tras conocer la muerte del poeta chileno. Un acto de generosidad poética entre hermanos: Pablo Neruda, testigo de la guerra civil española, había escrito en 1937 un desgarrador poemario titulado España en el corazón. 36 años después, el fascismo tampoco lograría acallar su voz ni borrar sus poemas.

Hace diez años La Insignia publicó un especial sobre los 30 años del golpe militar en Chile. Las palabras de Pablo Neruda, Rafael Alberti, Carlos Orellana, Arnaldo Pérez Guerra, Octavio Paz, Salvador Allende, Gladys Marín, Beatriz Allende o Jesús Gómez Gutiérrez me han servido de guía para escribir sobre la derrota del 11 de septiembre. La de Salvador Allende y la Unidad Popular de Chile. La nuestra. Esas mismas palabras que me han servido para sentir, una vez más, a Chile en el corazón.

Pedro Luna Antúnez.

domingo, 14 de julio de 2013

Migajas en el camino

Queríamos un proceso constituyente y ¡zas!, ya lo tenemos. Pero es el proceso constituyente de ellos, de los que llevan siglos dirigiendo muestras vidas. De aquellos que nos trajeron en volandas la primera restauración borbónica, la dictadura, la dictablanda, de nuevo la dictadura, la segunda restauración borbónica, de nuevo la dictablanda y ahora toca la tercera restauración borbónica. Ésa ha sido la hoja de ruta en los últimos doscientos años de la que Max Weber definió como la “oligarquía eterna española”. Una oligarquía camaleónica que supo adaptar sus intereses económicos al contexto histórico y político que le tocaba vivir. Ya fuese para ser liberales, conservadores, fascistas o constitucionalistas. Decía Michael Corleone en la tercera parte de El Padrino que los políticos y banqueros que llevaban siglos gobernando Italia eran la verdadera Mafia: Don Lucchesi y la Banca del Vaticano, aquello de las finanzas son un arma y la política es saber cuándo apretar el gatillo. Pues eso es lo que hay.

La izquierda debe echarse a la calle. Claro que sí. Pero no al compás ni a rebufo de los titulares de la prensa del sistema. Ser cooptados por el proceso constituyente de las oligarquías eternas es un riesgo que corremos, especialmente cuando seguimos pensando más en clave electoral que de ruptura con la cultura política de la transición. Porque el problema no es la corrupción; es el Régimen. Porque el problema no es que hayan o no elecciones anticipadas. Las elecciones son una estafa derivada de un sistema electoral que es uno de los mayores fraudes democráticos de aquella transición modélica que treinta y cinco años más tarde vemos que no era tan modélica. El problema, en definitiva, es la pervivencia de un Régimen que ha adoptado diferentes ropajes durante siglos y que aspira a un nuevo reparto del pastel. Quizás nos dejen algunas migajas.

Nos seducirán con lisonjas y sondeos electorales. Nos dejarán las migajas por el camino como en un cuento de los hermanos Grimm. Pero solo hay dos caminos: reforma o ruptura. La reforma significa gestionar las migajas del Régimen, y ese escenario es invariable, ya sea con 11, 40 o 60 diputados. La ruptura significa la construcción de un nuevo modelo de sociedad, significa recuperar aquel paréntesis democrático que representó la República de 1931, y significa soltar lastre con un Régimen que ha abocado a millones de personas a una miseria estructural. Hoy, a 224 años de la toma de la Bastilla en la Francia revolucionaria, nosotros debatimos el inicio de un proceso constituyente que nos conduzca a la libertad. Llevamos más de dos siglos de retraso. Solo espero que en esta ocasión sepamos elegir bien nuestro camino.

Pedro Luna Antúnez.

domingo, 7 de julio de 2013

Diego Cañamero

Lo leí en un artículo del amigo Jesús de agosto del año pasado. Hablaba de Diego Cañamero, del sindicalista andaluz mil veces vilipendiado por la prensa del régimen y mil veces detenido por sus fuerzas represivas. La historia es la siguiente: hace unos años Diego Cañamero participaba en un piquete informativo en el transcurso de una huelga cuando el hijo de un terrateniente se presentó ante él y le apuntó con una escopeta. A cualquiera le habrían flojeado las piernas. Sin embargo, Diego sin apenas pestañear miró orgulloso al señorito y le dirigió la siguiente advertencia: “si me vas a pegar un tiro lo vas a hacer conmigo parado, porque yo no corro como un conejo”.

Hace dos días el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía dictó una orden de detención contra Diego Cañamero. No es la primera vez. El sindicalista del SAT ya ha sufrido unas cincuenta detenciones, se han celebrado sesenta juicios contra él y en cinco ocasiones ha pisado la cárcel. Por otro lado, el SAT tiene el “honor” de ser el sindicato más represaliado de Europa. Medio millar de sus militantes han sido procesados, la justicia les reclama 400.000 euros en multas y se han llegado a pedir 50 años de prisión por la ocupación de fincas y tierras así como por haber participado en la marcha solidaria “Andalucía en pie” el verano pasado. El objetivo no es otro que el de amedrantar a quién cuestiona el actual sistema político y económico. A quien cuestiona el régimen.

Diego Cañamero fue alcalde de El Coronil, un pueblo de la campiña sevillana a orillas del río Guadalate. Como otros tantos pueblos andaluces, El Coronil es un municipio castigado por el desempleo, cuya tasa supera el 30%. Pueblos que forman parte de esa España olvidada en un rincón de la historia y donde la pobreza la han heredado los hijos de sus padres. Así generación tras generación. Pero a la vez que la pobreza entraba por la puerta, crecían la dignidad y el orgullo de un pueblo. Por eso, Diego Cañamero tras conocer hace unas horas su orden de detención, reaccionó como lo hizo años atrás cuando el hijo de un señorito le amenazó con pegarle un tiro: “No voy a salir corriendo, ni pienso esconderme”.

Como ocurre con los cinco anarquistas de Sabadell, Diego Cañamero es un activista molesto para el régimen. Para el régimen e incluso para ciertas coordenadas de la izquierda institucional. A los anarquistas de Sabadell los han proscrito por libertarios; a Diego Cañamero por representar un sindicalismo alternativo con un marcado perfil andalucista lindante al independentismo. Y yo, que no soy anarquista aunque cada día me siento más libertario, y yo, que aún teniendo orígenes andaluces tampoco soy nacionalista, ni de Andalucía ni de ningún otro lugar, siento a los anarquistas de Sabadell y a Diego Cañamero como mis compañeros de lucha. Tan cercanos como necesarios. Será porque últimamente, aquellos con quienes no comparto afiliación política y sindical son los únicos que están dando la cara.

Pedro Luna Antúnez.

domingo, 23 de junio de 2013

38 días

"Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido". Frank Kafka. El Proceso, 1925.

38 días. Es el tiempo que llevan encarcelados los cinco activistas del Ateneo Libertario de Sabadell desde que el pasado 17 de mayo la Audiencia Nacional decretase prisión provisional para Silvia, Yolanda, José, Xabier y Juan por pertenecer a banda armada y señalar sus posibles objetivos en facebook. Parece una broma pero no lo es. Es la realidad diaria de un régimen que ha traspasado la línea roja que separa a un Estado democrático de otro que camina hacia una dictadura encubierta. No en vano, los casos de represión se han multiplicado en las últimas semanas. Las detenciones de los fotógrafos Raúl Capín y Adolfo Luján en Madrid y la del periodista Bertran Cazorla en Barcelona obtuvieron una amplia difusión mediática y han servido para poner de manifiesto que de esta caza de brujas casi nadie está exento de librarse.

El caso de los cinco anarquistas de Sabadell es delirante. El atestado policial de los Mossos así como el auto del juez Pedraz parecen inspirados en la mejor literatura distópica. Pero hoy en día las mayores distopías se han hecho realidad. Solo así podemos entender que cinco jóvenes lleven cerca de cuarenta días encarcelados bajo régimen FIES por un presunto delito de terrorismo tras serles incautadas armas tan “peligrosas” como 350 gramos de marihuana o propaganda anarquista. Una auténtica aberración jurídica que sin embargo no ha suscitado toda la solidaridad que se debería esperar. ¿Dónde está la denuncia de Jueces por la Democracia? ¿Y las mociones parlamentarias de la izquierda? Ni están ni se esperan. ¿Por qué? Básicamente porque los cinco anarquistas de Sabadell son compañeros de viaje incómodos. Tienen un difícil encaje entre una derecha que los condena y una izquierda que los ignora.

“Nos llamarán a todos” clamaba Blas de Otero desde el exilio parisino hace 60 años. Hubo un tiempo en el que la izquierda albergaba grandes sentimientos de solidaridad de clase desde un humanismo consecuente. Hoy la solidaridad depende de las simpatías ideológicas y del carné político. Es decir, la solidaridad depende de que seas uno de los nuestros y de que compartas objetivos y estrategias. En este contexto, los cinco anarquistas de Sabadell únicamente reciben la solidaridad de los suyos. Fuera de los grupos y organizaciones anarquistas, no existen. Ni para los medios de comunicación progresistas ni para los partidos de izquierdas. Qué más da, solo son anarquistas, parecen pensar algunos.

Pedro Luna Antúnez.

sábado, 13 de abril de 2013

El valor de la renuncia

En diciembre de 1940, Dionisio Ridruejo publicó en la revista Escorial un artículo de título casi premonitorio: Advertencia sobre los límites del arrepentimiento. Algunos biógrafos del poeta soriano consideran el escrito como el inicio de la ruptura de Ridruejo con el régimen franquista, si bien aún desde posiciones fascistas que evolucionarían con el paso de los años hacia posiciones lindantes con la socialdemocracia. Dionisio Ridruejo, autor de dos versos del Cara al Sol, prócer falangista durante la guerra civil y director general de propaganda hasta 1941, dimitiría de todos sus cargos políticos e institucionales un año después. Es uno de los ejemplos de hasta qué punto alguien puede renunciar a todo tipo de prebendas y privilegios sin más horizonte que el destierro y la cárcel.

Vivimos en un país de arribistas. Es inusual dejarlo todo cuando se está bien situado. Más insólito aún es reconocer que uno se ha equivocado y que renuncia a seguir participando de una mentira. Para eso se necesita valentía y honestidad personal. Cuando un régimen está podrido cabe esperar que quienes han sido cómplices en mayor o menor grado den un paso atrás. Precisamente, uno de los mayores déficits actuales es que casi nadie tiene el coraje suficiente para admitir que ha cometido errores. Ni mucho menos para bajarse del burro. Sería como renunciar a una vida cómoda. Ganarías en dignidad pero fuera hace frío. Un precio demasiado alto para algunos. No solo para políticos sino para escritores, periodistas, intelectuales o tertulianos. Para todos aquellos que transigieron durante años.

No se trata de arrepentirse desde una perspectiva cristiana. No hay que hacer penitencia ni renegar del pasado. Solo de soltar lastre. De la renuncia como un valor que no podemos perder. Es posible que cuando el primero dé el paso le sigan otros. Pero lo más probable es que muy pocos den un paso adelante y que apenas les siga nadie. Este país es así. El régimen constitucional de 1978 podrá hundirse como el Titanic pero siempre dispondrá de una servicial banda de músicos amenizando el desastre. Cuando éste llegue ellos serán tan responsables como los gobiernos de turno. Habrán sido cómplices con su silencio. Nada más y nada menos.

Pedro Luna Antúnez.

viernes, 29 de marzo de 2013

Memento mori

Hace unos días leí un magnífico relato de una escritora amiga: Lilian Elphick. Pensé en el inexorable paso del tiempo y en la fugacidad de la vida como píldoras literarias. Como bocados de realidad. Hace 3.000 años un predicador ya nos previno que en este mundo todo es vanidad. Hace 2.000 años los generales victoriosos de Roma desfilaban por la capital del imperio como héroes homéricos. Eran casi inmortales. Pero la advertencia que un esclavo les susurraba al oído durante el desfile triunfal; Respice post te. Hominem te memento ("Mira tras de ti, recuerda que eres un hombre") servía para recordarles que tal grandeza era solo efímera y que el día de mañana estarían criando malvas.

De las glorias pasadas a las miserias presentes. El azar ha querido que el primer corralito del nuevo orden haya coincidido con el inicio de la semana de pasión. Como hace veinte siglos, los césares de hoy se pasean por las tierras conquistadas como poderosos y engreídos caudillos militares sin el menor atisbo de mesura ni austeridad. La austeridad es para los de abajo; para los olvidados de la historia; para aquellos que jamás alcanzarán al pedestal de la victoria y la inmortalidad. Pero como hace veinte siglos, llegará el día en que nosotros, los de abajo, recordaremos a los de arriba que a pesar de sus tristes triunfos, su poder no es más que una ilusión. Les recordaremos que ellos también sufrirán y que finalmente, morirán.

Pedro Luna Antúnez.