Decía J.K Galbraith que en economía la mayoría siempre se equivoca.
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"Economistas de otra galaxia"
La receta no es nueva ni es original. Las voces más cercanas al neoliberalismo dentro y fuera del gobierno del PSOE ganan cada vez más influencia y su exigencia es clara y precisa: hay que revisar el sistema público de pensiones alargando la edad de acceso a la jubilación hasta los 67 años y es necesario bajar los salarios a fin de mejorar los índices de productividad de la economía española. Sobre la reforma de las pensiones el debate está abierto y es de plena actualidad, habiéndose centrado la atención mediática en la ampliación de la edad de jubilación si bien la propuesta del gobierno contiene otra serie de medidas igualmente regresivas para la clase trabajadora. Por ejemplo, se propone la ampliación del periodo de cálculo de cotización exigible para generar una pensión, pasando de los 15 años actuales a los 25 años. Asimismo, el documento refuerza el papel de la previsión social complementaria, abriendo el camino hacia la consolidación de un sistema mixto de protección social, por un lado, una seguridad social débil y meramente asistencial y por otro lado, una protección social alternativa de iniciativa privada. En este sentido, es aceptable una previsión social complementaria ligada a planes de pensiones de empresa con control sindical pero en absoluto podemos aspirar al modelo anglosajón de pensiones basado en la necesidad de contratación de planes de pensiones privados. Tal pretensión parece ser la del gobierno central ya que mientras se revisan a la baja las pensiones públicas se siguen financiando los planes de pensiones privados de las rentas más elevadas.
Pero realmente ¿está en peligro el sistema público de pensiones en España?. La revisión del pacto de Toledo propuesta por el gobierno central alude a la sostenibilidad y al futuro del sistema, no en vano, sobre tal directriz se cimentó el primer pacto firmado en 1995. La preocupación por el futuro de nuestro sistema público de pensiones no sólo es legítima sino necesaria, y en los últimos años el movimiento sindical y en especial CCOO ha sido corresponsable con la situación. Por ejemplo, habrá que explicar que el sistema de pensiones ha sido flexible en los últimos años de modo que ha permitido jubilaciones anticipadas con penalización y jubilaciones más allá de los 65 años con una ligera bonificación. No obstante, advertimos en esta ocasión un análisis deliberadamente desproporcionado del gobierno a fin de propiciar un clima de alarma entre la población española sobre el futuro de las pensiones. La situación, por el contrario, es otra y no tan dramática. Cabe destacar que la Seguridad Social registró en 2009 un superávit de 8.502 millones de euros y en 2010 prevé uno de 2.000 millones de euros. Las arcas, por consiguiente, parecen estar saneadas.
Al mismo tiempo, el gobierno cuestiona la viabilidad futura del sistema de pensiones con motivo de la ampliación de la esperanza de vida entre la población española en el periodo 1980-2005, habiendo pasado de 76 a 80 años. Claro que tal argumento es una media verdad puesto que la mejora en la esperanza de vida de los españoles en los últimos 25 años se ha debido no tanto a que los pensionistas vivan cuatro años más sino a una reducción importante de la tasa de mortalidad infantil. En cambio, nada se dice de la diferencia de 10 años de la esperanza de vida en España entre los más ricos y los más pobres, siendo ésta de 7 años en la Unión Europea.
En definitiva, el gobierno trata de colar una reforma de las pensiones por la vía de la reducción de gastos cuando el debate debería situarse en los ingresos. Bajo el pretexto de salvar el sistema público de pensiones se persigue endurecer el periodo de cálculo y los requisitos de acceso a una pensión, “mileurizar” las pensiones públicas más altas y orientar la protección social hacia la empresa privada para aquel que pueda pagarla, desgravando hasta 10.000 euros al año en el IRPF. Los objetivos de fondo posiblemente sean éstos y no tanto el de alargar la edad de jubilación hasta los 67 años, una propuesta obviamente impopular que ha servido al gobierno de escudo mediático para que no transcendieran públicamente otras propuestas que no dejan de ser la esencia de la revisión que se propone del pacto de Toledo.
Al contrario que la reforma de las pensiones, sobre la cuestión salarial no se ha teorizado tanto y de alguna manera el debate ha pasado casi inadvertido. El gurú y economista de cabecera de Zapatero, el premio Nóbel de economía de 2008, Paul Krugman, ya advirtió en su momento que España debería someterse a una profunda devaluación interna con recortes de salarios y precios para poder salir de la crisis económica ya que no podía esperar ayudas de la Unión Europea. En paralelo, el comisario europeo de Asuntos Económicos, el socialista Joaquín Almunia, alertó hace unos meses sobre la necesidad de tener en cuenta la baja productividad de la economía española a la hora de calcular los salarios, evitando que los salarios se situaran por encima de la productividad, circunstancia que según Joaquín Almunia provocaría la pérdida de competitividad de la economía española. El caso es que en los últimos años los salarios no han estado por encima de la productividad, y menos aún de los beneficios de las empresas, sino más bien al contrario. Recordemos que en los años de bonanza de la economía española, durante el periodo 1999-2006 los beneficios empresariales crecieron hasta el 73% mientras la clase trabajadora perdía poder adquisitivo, entorno a un 4% menos. Es decir, no sólo crecieron los beneficios empresariales por encima de los salarios sino que la diferencia entre ambos fue realmente abismal.
La receta clásica, y utilizada hasta la saciedad durante la crisis post-92, fue la de devaluar la moneda nacional. Pero como es lógico ésta es una medida imposible desde que desapareciera la peseta y entrara en escena el euro, y como no era posible devaluar la moneda hallaron la solución en aplicar el tijeretazo en los salarios de la clase trabajadora. Ese ha sido durante años el manual del ministerio de economía y el de una patronal anquilosada en los usos y maneras del desarrollismo de los años 60. Jamás escucharon las advertencias de los economistas alejados del pensamiento único, a los que Felipe González acusaba en su época de “no ser de izquierdas ni de derechas sino simplemente de otra galaxia”.
Una vez explotó la burbuja inmobiliaria y se derrumbó como castillo de naipes la frágil estructura de la economía española, basada en la especulación y en la construcción, los apóstoles de la competitividad fijaron de nuevo su atención en los salarios. La consigna era la de recortar salarios con el objetivo de ganar en competitividad. ¿Pero competitividad con quién?. Por supuesto, no con Alemania, Francia o Gran Bretaña, tres países con salarios muy por encima de los salarios españoles y que sin embargo también nos ganan en productividad. Pero cuando en España se habla de mejorar la productividad siempre se piensa en la reducción de los salarios prácticamente como la única alternativa. No se habla de aumentar la productividad con una nueva política económica e industrial que dé sus resultados a medio plazo ni tampoco se aconseja invertir la política fiscal que en los últimos 20 años han dejado las cuentas públicas tan débiles como un geranio ante el huracán de la crisis económica. Desde CCOO hace años que se viene haciendo hincapié en la necesidad de impulsar un nuevo modelo productivo más encarado hacia la industria como sector estratégico, el I+D+i, y la incorporación de actividades de un mayor valor añadido. Así se gana en productividad. Sin necesidad de emigrar hacia otra galaxia.
"En economía la mayoría siempre se equivoca"
El episodio de la congelación salarial en Seat demuestra claramente como en época de crisis económica se necesita una referencia que marque el camino a seguir. A principios de 2009 y una vez superado el marco del XVII Convenio Colectivo, vigente entre 2004 y 2008, el salario de los trabajadores de Seat queda congelado a falta de un convenio nuevo que regule los incrementos salariales de acuerdo con la evolución del IPC. Recordemos que en 2009 el gobierno central no hace público el IPC previsto, una referencia que en los últimos años se había situado en el 2%, en sintonía con los objetivos inflacionistas del Banco Central Europeo, y que iba asociada en materia salarial a la mayoría de convenios colectivos. El mismo XVII Convenio Colectivo de Seat utilizaba la referencia del IPC previsto con cláusula de revisión salarial para adecuar los incrementos salariales al IPC real. Pero en 2009 no hay nuevo Convenio Colectivo de Seat, ni proceso de negociación en marcha, y por lo tanto, no hay subida salarial, un contexto que aprovechará la dirección de la empresa para supeditar la viabilidad y el futuro de la marca a la reducción de los costes salariales.
En esta coyuntura, en febrero de 2009 el IPC se situó en el 0,7% de la tasa interanual al bajar un 0,1% respecto al IPC de enero. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), la tasa interanual de febrero de 2009 marcaba su nivel más bajo en los últimos cuarenta años, en una deriva que supuestamente había de culminar en deflación y en el consiguiente desplome del IPC. A la vista de la situación, la dirección de Seat mueve inmediatamente a sus peones. El 26 de febrero en el seno de un Comité Intercentros, y tras una intensa campaña mediática en la prensa, la dirección informa a las organizaciones sindicales de Seat que la posible fabricación del modelo Audi Q3 en la planta de Martorell está condicionada a la reducción de costes y al aumento de la rentabilidad del Grupo Seat. En concreto, la dirección de Seat, al alimón con las directrices que emanan de Volkswagen, propone a la representación social las siguientes medidas a cambio de la asignación del nuevo modelo:
• Mantenimiento del empleo en los próximos dos años (2009 y 2010).
• Congelación salarial a las plantillas del Grupo Seat durante dos años (2009 y 2010).
• Presentación de un ERE temporal de dos años (2009 y 2010) condicionado a la asignación del nuevo modelo y hasta la fabricación del mismo (2011).
• Inversión de 300 millones de euros destinados a la fabricación del modelo Audi Q3.
Curiosamente, el mismo 26 de febrero la Sección Sindical de UGT-Seat publica una hoja informativa en la que no sólo se hace eco de las propuestas de la dirección de la empresa sino que ejerce de portavoz de las mismas. La UGT en su hoja apunta a que mientras en el resto de las empresas del sector las direcciones empresariales no sólo se conforman con una reducción salarial, sino adelgazan sus plantillas todo lo que pueden. Por ello, la UGT afirma que la situación en Seat es diferente ya que estamos hablando de fabricar un nuevo modelo y garantizar el empleo en el Grupo Seat a cambio de una congelación salarial de dos años. Y sino queda clara cual es la posición de UGT, en el penúltimo párrafo afirman lo siguiente: Ante estas y otras perspectivas UGT valorará la mejor vía para salvaguardar los puestos de trabajo, aunque sea con el sacrificio de toda la plantilla ya que esto es solidaridad con compromiso de futuro, y no demagogia la cual nos podría arrastrar y desembocar a situaciones no deseadas, por lo menos por este sindicato.
Entre la dirección de Seat y la UGT se estaba abonando el terreno para acordar dos años de congelación salarial. Por otra parte, en marzo de aquel mismo año el IPC cae en picado y se rebasa el umbral de la deflación, situándose la tasa interanual en el -0,1%, es decir, sólo en un mes el IPC se redujo en 0,8%. Se trataba sin duda del mejor escenario para justificar un acuerdo de congelación salarial con la contrapartida de la adjudicación de un nuevo modelo. El 9 de marzo se reúne el Comité Intercentros de Seat y la dirección de la empresa solicita a la representación social cual es su respuesta a las propuestas del 26 de febrero. La UGT responde que aún considerando excesivas las propuestas de la empresa, entiende que lo prioritario es buscar soluciones que permitan evitar situaciones irreversibles para toda la plantilla aún más cuando le consta, por informaciones recibidas de VW, que el nuevo modelo aún no ha sido adjudicado.
Dicho esto, la UGT propone mantener las tablas salariales de 2008 en 2009 y el incremento del 50% del IPC previsto en 2010. Para 2011 la UGT propone un incremento salarial tomando como base el IPC, más un posible porcentaje a negociar en función de los IPC reales de 2009 y 2010, y teniendo en cuenta la situación económica de la empresa. Finalmente, para 2011 la UGT propone la percepción de una paga no consolidable y condicionada a los resultados financieros de la empresa de un mínimo de 200 euros. Con ello, la UGT proponía una congelación salarial en toda regla y una recuperación del poder adquisitivo supeditada siempre a la cuenta de resultados de la empresa. Añadir que la UGT propuso la celebración de un referéndum entre la plantilla de Seat con el fin de legitimar su batería de propuestas en materia salarial.
Frente a ello, la posición de CCOO en el Comité Intercentros del 9 de marzo fue la de exigir que la plantilla del Grupo Seat en ningún caso perdiera poder adquisitivo consolidado en tablas durante la vigencia del acuerdo (IPC reales de 2009, 2010 y 2011). Asimismo, desde CCOO propusimos la percepción durante el acuerdo de las cantidades dejadas de ingresar en aplicación de la cláusula de revisión del XVII Convenio Colectivo, reclamando la reactivación de la misma cláusula una vez finalizada la vigencia del acuerdo en 2012. Respecto a la celebración del referéndum, desde CCOO, y aún estando de acuerdo con la consulta a la plantilla, alertó sobre la necesidad de realizar una pregunta clara y que el redactado de la misma se decidiera en el seno del Comité Intercentros.
A la sazón, la propuesta de UGT no garantizaba la recuperación del poder adquisitivo en 2011 tras dos años de congelación salarial, porque la recuperación no se consolidaba en tablas salariales y porque se condicionaba a la evolución positiva de los resultados financieros de la empresa. Al contrario de la UGT, la propuesta de CCOO exigía en todo momento no perder poder adquisitivo en el transcurso de los tres años de vigencia del posible acuerdo, consolidando los incrementos salariales en tablas y sin supeditar tal exigencia al balance económico de la empresa.
El 18 de marzo se celebró el referéndum votándose la propuesta que la UGT presentó en el Comité Intercentros del día 9. En los días precedentes a la consulta, la UGT se había encargado de avivar el miedo entre la plantilla al situar la congelación salarial como la única alternativa al despido seguro de miles de trabajadores y trabajadoras del Grupo Seat. Incluso en los medios de comunicación el referéndum de Seat propició la profusión de encuestas en tertulias y diarios con la pregunta de rigor: ¿entre congelarse el sueldo y perder el puesto de trabajo, qué elegiría usted?. Porque en realidad, el referéndum del 18 se presentó como un dilema entre salario y empleo. Todos los resortes, sindicales, empresariales, mediáticos y políticos, amplificaron el eco atronador del miedo a los despidos y al futuro de Seat como marca viable. El 11 de marzo el editorial de El Periódico de Catalunya (La plantilla de Seat tiene la palabra) decía lo siguiente: Aunque entendemos que las dinámicas sindicales en las empresas son complejas y que los trabajadores, en general, son los grandes afectados por esta profunda crisis, sería una desgracia dejar pasar esta oportunidad por una leve pérdida de poder adquisitivo de la plantilla. Los tiempos son muy duros y todas las partes implicadas deben mantener la cabeza fría para que los costes sociales sean los menos posibles.
Como era de esperar, el referéndum sirvió para que la UGT se diera un baño de masas y para que la propuesta de congelación salarial recabase un amplio respaldo. El voto afirmativo obtuvo el 65,17% de los votos frente al 31,3% de votos en contra y el 3,5% de votos nulos o en blanco. Decía J.K Galbraith que “en economía la mayoría siempre se equivoca”, y sin dar ni quitar la razón al ilustre economista canadiense, y aún habiéndonos opuesto a la congelación salarial propuesta por la UGT, creemos que la reacción de la mayoría de la plantilla de Seat fue comprensible. Cuando a una plantilla se le coloca la espada de Damocles de elegir entre congelarse el sueldo o perder el empleo es de prever que opte por la primera opción. Lo que ya no es tan comprensible fue la ligereza con la que UGT aceptó los argumentos de la dirección de Seat favorables a la contención salarial a cambio de una promesa hueca. Porque es iluso pensar que la fabricación del modelo Audi Q3 se deba a que la plantilla de Seat se haya congelado el salario durante dos años. En Seat la masa salarial de la plantilla apenas representa el 7% del valor final del producto y en concreto la congelación salarial para 2009 y 2010 le supone a la dirección de Seat un ahorro escaso de 5 millones de euros, en una estimación al alza.
Es evidente que a la hora de asignar la fabricación de un modelo a un centro de trabajo, se siguen otra serie de criterios, ya sean en el ámbito del ahorro de costes como en el ámbito técnico y profesional. Del primero, hay que constatar una realidad que es irrefutable: el auténtico ahorro de costes para Seat no ha venido de la congelación salarial sino de la subvención económica recibida de la administración pública, entorno a 300 millones de euros, en concepto de las ayudas al sector de la automoción (Plan de Competitividad del Sector de Automoción) aprobadas por orden ministerial en 2009. Ayudas, que por cierto, están supeditadas a la no aplicación de despidos en los próximos años por parte de la empresa receptora.
Recordemos dos de las propuestas que la dirección de Seat presentó en el Comité Intercentros del 26 de febrero:
• Mantenimiento del empleo en los próximos dos años (2009 y 2010).
• Inversión de 300 millones de euros destinados a la fabricación del modelo Audi Q3.
Curiosamente, la inversión de 300 millones de euros no salió de las arcas de la empresa sino de la administración, justamente los 300 millones percibidos del plan de competitividad del sector de la automoción con la condición de no aplicar despidos y por lo tanto, de mantener el empleo. Pero lo más trágico fue que en enero de 2010 la dirección de Seat decidió de manera unilateral el despido de más de 200 trabajadores/as del personal indirecto.
Respecto a los criterios del ámbito técnico y profesional, recordemos que fue el propio presidente de Audi, Rupert Stadler, quien admitió que las razones para asignar el modelo Audi Q3 a Seat se debían a la calidad, productividad y cualificación de la planta de Martorell. El anuncio, que se hizo público el pasado 21de abril por medio de la intranet de Audi casi un mes después del referéndum, desmontó por completo la idea generalizada de que la fabricación del muevo modelo en Seat iba a ser posible gracias a la congelación salarial. Si Seat competía con plantas como Gyor (Hungría) o Bratislava (Eslovaquia) a la hora de fabricar el Audi Q3 es indudable que la ventaja de Martorell residía en la calidad y la cualificación de la planta y no tanto en los costes salariales. La congelación salarial de Seat no es más que una cuestión política, una estrategia empresarial para condicionar la negociación del próximo Convenio Colectivo. Ya en la negociación del XVII Convenio Colectivo, uno de los objetivos de la dirección de Seat fue la de recortar la masa salarial de la plantilla vía supresión de la cláusula de revisión salarial y del plus de festivos. La congelación salarial en Seat es una cuestión política como también lo es que les suban el salario a los trabajadores alemanes de Volkswagen. En septiembre de 2009 la dirección de la multinacional llegó a un acuerdo con el sindicato alemán IG Metall por el cual se incrementaba en un 4,2% el sueldo de los 95.000 empleados de las seis plantas alemanas de Volkswagen. Habrá que pensar que el consorcio no trata por igual a las colonias a que la metrópoli o habrá que pensar que efectivamente el salario no determina la viabilidad industrial ni los volúmenes productivos de los centros de trabajo de Grupo Volkswagen.
Lo diremos sin ambigüedades: la experiencia de la congelación salarial en Seat ha sido y es un fraude sin precedentes. Eso es algo que no podemos ignorar ni maquillar, máxime cuando estamos en 2010 y la plantilla no ha visto mejorado su nivel salarial en los términos que proponía la UGT para el presente año: incremento del 50% del IPC previsto. Ello unido a los despidos de enero de 2010 ha avivado una sensación de debilidad sindical y política frente a la petulancia de la empresa, la cual, con o sin oposición, va haciendo camino y alcanzando las metas que se propone. Desde el movimiento sindical de Seat y desde las instituciones se han cometido errores y ahora se trata de corregirlos. Se han equivocado y el tiempo así lo ha demostrado. Y si por mayoría entendemos la UGT, la Generalitat de Catalunya, el gobierno central, los medios de comunicación y la opinión pública en general, pues tendremos que darle, muy a pesar nuestro, la razón a J.K Galbraith.
"La negociación colectiva es nuestro objetivo"
Como decíamos en líneas anteriores, estamos en 2010 y la plantilla de Seat continúa perdiendo poder adquisitivo sin haber percibido ni siquiera el incremento salarial propuesto por la UGT en el Comité Intercentros en el Comité Intercentros del 9 de marzo de 2009 y ratificado por la plantilla en el referéndum del mismo mes. Claro que habrá que explicar a los trabajadores y trabajadoras de Seat que no existen los acuerdos del Audi Q3 ya que la propia dirección de la empresa manifestó que la propuesta de congelación salarial para 2009 y 2010 aceptada en el referéndum de marzo no se ajustaba a la planteada por la dirección en el Comité Intercentros del 26de febrero (acta del Comité Intercentros del 20 de marzo de 2009). En todo caso, si a día de hoy la plantilla de Seat sigue padeciendo la congelación de su nivel salarial, se debe no sólo a las propuestas incumplidas, sino a la falta de un nuevo Convenio Colectivo que regulara los incrementos salariales desde 2009. Teniendo en cuenta tal situación, se nos antoja como una prioridad inaplazable la negociación del XVIII Convenio Colectivo de Seat
La negociación del Convenio Colectivo no se puede postergar más y ha de tener como eje central la recuperación del poder adquisitivo perdido durante 2009 y 2010. Es el momento y la situación general del país y de la industria no ha de suponer un obstáculo sino más bien un estímulo. Creemos que el mejor instrumento del que disponen la clase trabajadora y las organizaciones sindicales para hacer frente a la crisis económica es la negociación colectiva. Así se desprende, por ejemplo, del reciente Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, vigente para el periodo 2010-2012 y que supondrá la mejora del nivel salarial de millones de trabajadores y trabajadoras de nuestro país. El acuerdo establece incrementos salariales con una tendencia evolutiva y al alza: un 1% en 2010, entre el 1% y el 2% en 2011 y entre el 1,5% y el 2,5% en 2012, incluyendo la activación de una cláusula de garantía salarial que atenderá a la diferencia entre el incremento salarial pactado en el Convenio Colectivo y la inflación real. El acuerdo es un paso adelante en un contexto de crisis económica y de destrucción del empleo a la vez que reivindica el papel de la negociación colectiva como herramienta de avance social después de un año como 2009 caracterizado por el bloqueo por parte de la patronal de la negociación colectiva y de la cuestión salarial.
El acuerdo firmado en el ámbito confederal debería servir como acicate para activar la negociación del XVIII Convenio Colectivo de Seat. Una empresa como Seat no puede ser un oasis en el marco actual del dialogo social y menos aún en el aspecto salarial, un elemento que históricamente había diferenciado a Seat, otorgándole un perfil de empresa con un nivel salarial por encima de la media del sector industrial. Como tampoco la acción sindical en Seat puede ser ajena a la estrategia en materia salarial que emana del confederal. Con lo cual, en Seat nuestro sindicato ha de reclamar aquello que CCOO está reclamando en el resto de empresas y sectores: la negociación del Convenio Colectivo. Ese es nuestro objetivo. Porque el Convenio Colectivo es la única vía posible para evitar que la plantilla siga perdiendo poder adquisitivo. Y después del fiasco de la congelación salarial, donde CCOO mantuvo una posición correcta como sindicato de clase, planteamos que el proceso de negociación del nuevo Convenio Colectivo sea liderado por CCOO.
Para ello necesitamos un sindicato integrador y cohesionado en lo interno y disciplinado en lo orgánico, entendiendo lo orgánico como el resultado de un debate participativo y plural. Necesitamos las CCOO herederas de las luchas obreras de Seat y adaptadas, al mismo tiempo, al cambio sociológico y generacional que se ha producido en Seat en los últimos años. Un sindicato ha de evolucionar conforme evoluciona la sociedad, la clase trabajadora y su propia afiliación. Asimismo, un sindicato también ha de evolucionar conforme evoluciona el mundo de la empresa, el cual ya no tiene nada que ver con la vieja empresa fordista, ni a nivel organizativo ni productivo. Decía Ignacio Fernández Toxo en el IX Congreso Confederal de CCOO que no podíamos seguir dirigiendo el sindicato con las mismas concepciones que hace 15-20 años porque la realidad era hoy bien distinta. Ese es un reto que ha de afrontar y superar las CCOO de Seat en el camino hacia una nueva etapa sindical. En definitiva, sólo con la referencia de unas CCOO fuertes y sólidas se podrá encarar con las máximas garantías la negociación del XVIII Convenio Colectivo, un proceso que se vislumbra duro y complejo. Es por lo tanto el momento de pasar a la ofensiva y de ser firmes en la defensa de los intereses de la clase trabajadora de Seat.
La recuperación del poder adquisitivo de 2009 y 2010, la regulación de los incrementos salariales para los próximos años con la referencia del IPC previsto y con cláusula de revisión salarial según el IPC real, el mantenimiento del 100% del plus de festivo, la dignificación de la categoría de ingreso (nivel salarial de especialista u oficial de 3ª), la activación voluntaria de los trienios para el personal acogido desde 2002 al plan de pensiones del Grupo Seat, la suficiencia de la flexibilidad pactada en el XVII Convenio Colectivo, la regulación de las cargas de trabajo (no se puede negociar con la salud de los trabajadores ni se puede incrementar la productividad a costa del trabajador) o la ampliación y mejora de los permisos retribuidos son algunas de las propuestas que se han de trabajar desde CCOO en línea con nuestros documentos aprobados colectivamente y con las necesidades de la plantilla de Seat.
Pedro Luna Antúnez. Miembro de la Ejecutiva y del Consejo Intercentros de CCOO-Seat.
Óscar Guardingo Martínez. Miembro del Consejo Intercentros de CCOO-Seat.
Hospitalet de Llobregat, 8 de marzo de 2010.
Sin remedio
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