Sí, es
Michael Houellebecq. El bocazas ataca de nuevo, con el lirio en la mano pero hastiado y afligido como siempre porque, en fin, él es un hombre que sufre. Él quisiera haber sido un galán o una estrella de la "chanson" pero la vida se suele cebar con los débiles y a éstos sólo les queda el desquite y una venganza despiadada y duradera. A saber, el adolescente torpe y tímido que leía a Oscar Wilde a escondidas se convierte en un provocador algo repulsivo, en un racista y en un misógeno, en un bufón de la comedia más grotesca y deshumanizada, en un putero empedernido, en un solitario en Lanzarote...
Él escribía poesía, qué gran sensibilidad la suya. Antes de que el "Big Bang" esparciera las partículas elementales de una inquina pecaminosa e intolerable, nuestro francotirador del resentimiento deleitaba a sus escasos lectores, gente rara como él, con versos desordenados y punzantes, frageladores y un pelín sádicos. Ya apuntaba maneras el muy fanfarrón. Esperamos que salga más por el barrio latino, yo que sé, a tomarse unas copichielas en grupo, también con mujeres, claro.
Pedro Luna Antúnez.
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