"
Nosotros, hijos de proletarios, tenemos que conquistar la elegancia".
Eso le decía el Mariscal Tito a un impávido Cary Grant que nació proletario, conquistó la deseada elegancia y el glamour más pomposo y acabó siendo espía del servicio secreto británico. Gagarin me ha pasado un novelote que se deja leer.
54 de
Wu Ming es una "rara avis" de la novela histórica, como lo son sus autores, un colectivo de cinco escritores italianos más o menos anónimos, de espíritu guerrillero y medio gamberretes, los "Lutter Blisset" que entre 1994 y 1999 y en un plan quinquenal de activismo cultural y político levantaron las alfombras de una industria editorial adormecida y lisiada por el mercado. 54 es un relato fecundo en pequeñas historias, en el que no sólo desfilan grandes nombres, lo hacen también los olvidados por la Historia, personajes derrotados en la victoria, héroes fugaces del arrabal, soñadores e inexorables, intrahistóricos si se quiere.
La masa como sujeto histórico y el desencanto de la posguerra, el de miles de honrados partisanos que vieron frustradas sus esperanzas de transformación social. Wu Ming nos transmite al Gramsci de la lucha por la hegemonía cultural, ese frente de masas cultural, hombres de acción, dinámicos y altivos, portadores de una moral suprema, la de la clase obrera. Sí, no me olvidaba de Trieste, territorio libre como lo fuera nuestro Dánzig, un descosido, un mal encaje entre imperios, una mescolanza...Y la mafia, como no, siempre presente en el devenir italiano, Lucky Luciano y sus matones que desean empezar una nueva vida alejada de los crímenes y la extorsión. Como en las películas, menudos ilusos. La literatura es una trinchera. Pues eso.
Pedro Luna Antúnez.