"Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido". Frank Kafka. El Proceso, 1925.
38 días. Es el tiempo que llevan encarcelados los cinco activistas del Ateneo Libertario de Sabadell desde que el pasado 17 de mayo la Audiencia Nacional decretase prisión provisional para Silvia, Yolanda, José, Xabier y Juan por pertenecer a banda armada y señalar sus posibles objetivos en facebook. Parece una broma pero no lo es. Es la realidad diaria de un régimen que ha traspasado la línea roja que separa a un Estado democrático de otro que camina hacia una dictadura encubierta. No en vano, los casos de represión se han multiplicado en las últimas semanas. Las detenciones de los fotógrafos Raúl Capín y Adolfo Luján en Madrid y la del periodista Bertran Cazorla en Barcelona obtuvieron una amplia difusión mediática y han servido para poner de manifiesto que de esta caza de brujas casi nadie está exento de librarse.
El caso de los cinco anarquistas de Sabadell es delirante. El atestado policial de los Mossos así como el auto del juez Pedraz parecen inspirados en la mejor literatura distópica. Pero hoy en día las mayores distopías se han hecho realidad. Solo así podemos entender que cinco jóvenes lleven cerca de cuarenta días encarcelados bajo régimen FIES por un presunto delito de terrorismo tras serles incautadas armas tan “peligrosas” como 350 gramos de marihuana o propaganda anarquista. Una auténtica aberración jurídica que sin embargo no ha suscitado toda la solidaridad que se debería esperar. ¿Dónde está la denuncia de Jueces por la Democracia? ¿Y las mociones parlamentarias de la izquierda? Ni están ni se esperan. ¿Por qué? Básicamente porque los cinco anarquistas de Sabadell son compañeros de viaje incómodos. Tienen un difícil encaje entre una derecha que los condena y una izquierda que los ignora.
“Nos llamarán a todos” clamaba Blas de Otero desde el exilio parisino hace 60 años. Hubo un tiempo en el que la izquierda albergaba grandes sentimientos de solidaridad de clase desde un humanismo consecuente. Hoy la solidaridad depende de las simpatías ideológicas y del carné político. Es decir, la solidaridad depende de que seas uno de los nuestros y de que compartas objetivos y estrategias. En este contexto, los cinco anarquistas de Sabadell únicamente reciben la solidaridad de los suyos. Fuera de los grupos y organizaciones anarquistas, no existen. Ni para los medios de comunicación progresistas ni para los partidos de izquierdas. Qué más da, solo son anarquistas, parecen pensar algunos.
Pedro Luna Antúnez.
Sin remedio
Hace 3 meses