Helena Rojo en "Aguirre, la cólera de Dios".
Adjunto artículo que he redactado para el número de octubre-noviembre de Nou Treball.
Podemos afirmar sin complejos que la Huelga General del 29 de septiembre fue un éxito de las organizaciones sindicales convocantes y del conjunto de la clase trabajadora. Es de apreciar el seguimiento de una huelga que no se presentaba fácil teniendo en cuenta el fervor antisindical pregonado por los medios de comunicación y las amenazas de la patronal especialmente en la pequeña y mediana empresa. Posiblemente se haya enfrentado el movimiento obrero de nuestro país a su Huelga General más complicada y es por ello que nuestra valoración ha de ser satisfactoria no sólo porque la huelga fuese secundada por una mayoría social sino porque los sindicatos han conseguido salir airosos en un contexto adverso tanto a nivel político como mediático que perseguía la propia defunción de las organizaciones sindicales de clase.
Ahora bien, una vez demostrado que la capacidad de movilización e influencia social de los sindicatos permanece intacta sería conveniente pensar que si bien la prueba se ha superado no podemos olvidar que una Huelga General no es un fin en si misma sino un medio para alcanzar ciertos objetivos. En este sentido, tampoco podemos olvidar que la huelga se convocó en protesta contra la política económica y laboral del gobierno central del PSOE, véanse el plan de ajuste salarial en la función pública, la Reforma Laboral, la reforma del sistema publico de pensiones o la más que previsible reforma de la negociación colectiva. Es decir, la clase trabajadora española ha de percibir que la huelga se hace con el afán de cambiar la deriva neoliberal del gobierno y de no ser así en el plazo corto proseguir con un proceso sostenido de movilizaciones.
Hay que decir que hasta el momento los sindicatos siguen reuniendo a sus órganos de dirección con la tarea de realizar las respectivas valoraciones de la Huelga General, siendo éste un proceso de debate algo lento y farragoso. Por ejemplo, CCOO reunió a su Consejo Confederal el 19 de octubre para debatir la estrategia del sindicato tras la Huelga General. Esto es, casi un mes después del 29-S la maquinaria ideológica del sindicato sigue valorando y analizando, lo cual evidentemente está muy bien y es sin duda necesario pero eso sí, sin perder de vista el efecto inmediato. ¿Qué hacer cuando el gobierno no sólo no ha rectificado ni una coma de su proyecto de Reforma Laboral sino que además ha iniciado las conversaciones con los grupos parlamentarios en el seno de la comisión del pacto de Toledo para reformar el sistema público de pensiones?. Pues bien, en el Consejo Confederal de CCOO se decidió estudiar la posibilidad de impulsar una ILP para modificar el contenido de la Reforma Laboral a la vez que se anuncian posibles movilizaciones en diciembre. En consecuencia, nos podemos hacer la siguiente pregunta: ¿nos conviene elaborar la estrategia sindical a medio o largo plazo?. Es cierto que las huelgas generales precedentes llegaron a cambiar las políticas económicas del gobierno a largo plazo. Por ejemplo, recordemos que la exitosa Huelga General del 14 de diciembre de 1988 hizo retirar el Plan de Empleo Juvenil dieciocho meses después y que en 2002 la última Huelga General provocó la retirara del “decretazo” del Partido Popular al cabo de seis meses. No obstante, en la coyuntura actual y con un gobierno empecinado en llevar a cabo sus lesivas reformas y su ideario neoliberal cueste lo que cueste y haciendo oídos sordos a la inmensa mayoría de la población trabajadora española, quizás sería apropiado pensar que la estrategia sindical debería concretarse en el corto plazo y al calor de una movilización social permanente.
En un artículo reciente Agustín Moreno escribía que “nadie con un mínimo conocimiento histórico puede dudar del valor histórico de la movilización, aunque hoy en día los mecanismos ideológicos del neoliberalismo debilitan la conciencia de clase y presentan el conflicto social como una antigualla inútil en vez de como un motor de cambio y avance social”. Tiene toda la razón el compañero Agustín. Tras unos años de concertación social con resultados desiguales y de escorar a un lado la movilización ciudadana es preciso exhibir de nuevo nuestro músculo movilizador y no por una cuestión de imagen sino por una razón práctica y de eficacia. Ya sabemos que las agresiones del gobierno no se detendrán en los próximos meses sino todo lo contrario. En consecuencia, el proceso de movilizaciones no debería detenerse tampoco.
La gestión del día después del 29-S. He aquí el dilema y la gran hoja de ruta de las organizaciones sindicales. Y habrá que hilar muy fino si pretendemos un giro de las políticas económicas del gobierno, por un lado, y volver a ganar la calle, por otro lado. Sin ser exportable la situación francesa, es legítimo y comprensible que muchos trabajadores y trabajadoras se pregunten el porqué en Francia van este año por la novena Huelga General sin haber sufrido los envites de una reforma del mercado de trabajo y cuando la tasa de desempleo apenas supera el 10%, mientras en nuestro país la ofensiva del capital es mucho más cruda y el desempleo se sitúa en el 20%. Ésta es una reflexión que deberíamos de realizar con calma y objetividad. Asimismo, no vendría mal adaptar nuestro modelo sindical a la nueva realidad social y económica. El sistema neoliberal está aprovechando el contexto de crisis económica para minar nuestros derechos sociales y laborales pero lejos de ser un ataque puntual está derivando en un cambio absoluto de las relaciones laborales y de las condiciones de vida de la clase trabajadora. Se avecinan tiempos de confrontación y de lucha. Luchemos, pues.
Pedro Luna Antúnez.
Sin remedio
Hace 3 meses