Una semana después de la celebración de la
Asamblea Federal de IU es el momento para valorar de manera sucinta lo acontecido en Rivas-Vaciamadrid. En primer lugar, es frustrante haber vuelto de la Asamblea Federal sin coordinador general y que el
Consejo Político Federal en su primera reunión desoyera la opinión mayoritaria del conjunto de delegados asistentes a la asamblea. La decisión de esperar al próximo CPF para elegir al nuevo coordinador general es cuando menos discutible si pensamos que el candidato
Cayo Lara obtuvo un amplio respaldo de la asamblea, un 43% de los votos frente al 27% de la segunda candidatura más votada. Y aún siendo cierto que dada la situación actual de IU sería conveniente abogar por la integración y el consenso entre las diferentes sensibilidades de la organización y que con el 43% y ni siquiera con el 51% se puede gobernar IU, no es menos cierto que la soberanía de IU reside en la Asamblea Federal (artículo 34 de los Estatutos) y que siendo así no podemos dejar de pensar que se ignoró el dictamen de la propia asamblea. Es más, en aras a la integración de todos y todas parece evidente que únicamente una persona del perfil de Cayo Lara la podía garantizar al tratarse de alguien que no ha vivido en primera persona la deriva cainita y frentista de los últimos años.
El otro día escribió
Pascual Serrano un
artículo muy atinado. El titular lo dice todo:
Tres de cada cuatro miembros del Consejo Federal de IU lo eran ya antes de la Asamblea Federal (sólo han cambiado el 24%). Curiosa forma de apostar por la renovación y la refundación de IU a año y medio de una Asamblea Federal extraordinaria para tal finalidad. Es decir, de la asamblea vemos que no se elige coordinador general y que el CPF está formado por los de siempre. A eso hay que añadirle que no se presenta ningún balance de gestión y que ningún coordinador general saliente responde ante la asamblea sobre su gestión política al frente de IU desde la última asamblea. Así mismo, podríamos afirmar que la Asamblea Federal fue un caos organizativo pero posiblemente no merezca la pena entrar en detalles, porque ello nos llevaría a reconocer los déficits de la organización y la propia debilidad política y estructural que actualmente padece IU.
¿Lecturas positivas sobre la Asamblea Federal?. Claro que las hay. Lo mejor, sin duda, los 800 delegados y delegadas que se dieron cita en la asamblea, al margen de las fracciones y simpatías de cada uno. Las bases siguen siendo el capital político más preciado del que dispone IU.
La declaración de Rivas, documento consensuado por las diferentes sensibilidades, merece por otro lado la mejor de las valoraciones, supone la primera piedra sobre la que se edificará la IU del futuro y no darse cuenta de ello es estar cegado políticamente y aspirar a otra cosa, posiblemente fuera de IU. Eso sí, exigiría un mínimo de honestidad puesto que me chirría un poco como algunos compañeros que cuestionan abiertamente la existencia de IU sean después los primeros en pelearse por entrar en el CPF y en los órganos de dirección. Que en todas las casas cuecen habas y en la mía calderadas.
Pedro Luna Antúnez.
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