Como un Maquiavelo o un Talleyrand del tres al cuarto,
Gabriel Elorriaga, secretario de comunicación del PP, declaró hace unos días en el
Financial Times que la estrategia electoral de su partido consistía en
sembrar las dudas entre los votantes socialistas con el propósito de que no acudieran a votar y se "quedasen en casa". Claro que este tipo de maniobras no suelen anunciarse a bombo y platillo y menos aún en la prensa. ¿Acaso piensa Gabriel Elorriaga que sólo los del PP leen el
Financial Times?. Qué habilidad la suya, muy astuto, una gran mente preclara. ¿Habrá leído
El príncipe de Maquiavelo o se habrá zampado la trilogía de
El Padrino?.
Lo más gracioso ha sido la reacción de este mafiosillo tan trivial y liviano:
No puedo jurar que no lo dijera. La culpa ya se sabe, la tiene el mensajero, en este caso la periodista
Leslie Crawford, una mujer que parece recien salida de una novela costumbrista de Jane Austen y que para Gabriel Elorriaga es la profe que le tiene manía. El caso es que en el Partido Popular ya dan por perdidas las elecciones e incluso el mismo Rajoy admite que cometió errores de peso en el segundo debate, como por ejemplo,
centrarse excesivamente en la guerra de Irak. Ya deben estar tirándose los trastos unos a los otros en la sede de Génova. Por cierto, ¿qué fue de ese fichaje estrella llamado Pizarro?. Desde que Solbes le ganó el debate con un ojo cerrado no se ha dejado caer por la campaña electoral. Es el hundimiento o como diría un italiano
la caguta degli dei.
Pedro Luna Antúnez.
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