Hoy en el diario
Público se puede leer un artículo interesante. Me refiero al amplio reportaje dedicado a
Philip Roth, el autor de
La conjura contra América y
Goodbye, Columbus. Philip Roth es uno de esos novelistas estadounideneses que ha despotricado contra todo: contra el espejismo del "American Way of Life" y la caza de brujas de McCarthy pero también contra la comunidad judia y el movimiento "hippie". Ser un autor gruñón y deslenguado le ha valido el desprecio de unos y de otros. Pero no por ello ha dejado de ser considerado como uno de los grandes escritores estadounidenses del siglo XX, siendo además alguien que ha creado escuela y ha influido a generaciones posteriores. Autores como
David Foster Wallace o
Jeffrey Eugenides han crecido bajo la égida literaria de Philip Roth. ¿Cómo entender si no
Las vírgenes suicidas y su crítica velada al integrismo religioso de la América profunda?. A Philip Roth, estadounidense de origen judio, le han llovido palos desde las dos orillas y ha tenido que sacudirse en más de ocasión de la mezquindad del rabino y de los delirios del creacionismo. Ambas orillas son las punta de lanza de un mundo asfixiante, sectario y peligroso.
La literatura estadounidense del siglo XX nos ha regalado grandes autores. Philip Roth es uno de ellos. También lo son J.D Salinger, John Dos Passos, Norman Mailer, Jack Kerouac o John Steinbeck. De los actuales podríamos destacar a
Don Delillo y a
Paul Auster. De
Norman Mailer, que falleció el mes pasado, se acaba de publicar en España su novela póstuma,
El castillo en el bosque, que parece llegar en un momento de pujanza de la novela de contexto histórico y en concreto sobre la Segunda Guerra Mundial y las atrocidades perpetradas por los nazis. En este sentido,
El castillo en el bosque compite o no con
Vida y destino de
Vasili Grossman, con
Europa Central de
William T. Vollmann y con
Las benevolas de
Jonathan Litell. Éste último es el novelote que me estoy leyendo actualmente; una obra dura, cruda y descarnada. De hecho, he estado unos días enfermo y creo que la lectura de
Las benevolas algo ha tenido que ver. La literatura no deja de ser un estado de ánimo.
Hoy, como me imagino que nuestras huestes habrán comprado el
Público, desde esta humilde bitácora les invito a leer la reseña sobre Philip Roth y como no, a zambullirse en la obra de un autor lúcido y brillante.
Pedro Luna Antúnez.
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