domingo, 5 de julio de 2009
El diálogo social en tiempos de crisis
Desde que estallara con inusual virulencia la crisis económica, se ha fraguado en el seno de las organizaciones sindicales un debate sobre cuales han de ser las propuestas y las medidas que sirvan de acicate con el objetivo de paliar los graves efectos que el actual ciclo económico está causando entre la clase trabajadora española. Porque sin duda, la realidad social de nuestro mercado de trabajo es ciertamente precaria y dolorosa. Según datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) del primer trimestre de 2009, la tasa del paro se ha situado en el 17,4% y la cifra de desempleados alcanzó el máximo histórico de 4.010.700 personas, de las cuales 1.500.000 carecen de prestación económica por desempleo o de alguna renta mínima de subsistencia. En paralelo, 1.068.000 familias tienen a todos sus miembros en el paro y cerca de 700.000 familias están a un paso de la indigencia.
Es decir, la crisis está golpeando muy duramente a la clase obrera y en España lo está haciendo de manera más intensa que en el resto de la Unión Europea. Y ello es así porque la actual crisis, que tiene un origen financiero, ha chocado frontalmente con la propia fragilidad estructural del sistema económico español y con un patrón de crecimiento que en los últimos años se ha basado esencialmente en la especulación inmobiliaria y en los servicios de bajo coste, consolidando así un modelo escasamente productivo, poco competitivo, que no genera riqueza para el conjunto de la ciudadanía, que no crea empleo y el poco que crea es de naturaleza precaria (elevadas tasas de temporalidad y de siniestralidad laboral, abuso de las horas extras, fraude empresarial en materia contractual y de la seguridad social, etc.) y que se trata, en definitiva, de un modelo económico con pies de barro e inseguro laboral y socialmente.
Es por está razón que una de las demandas de las organizaciones sindicales, y especialmente de CCOO, no ahora sino desde hace años, ha sido el impulso de un nuevo modelo productivo como eje dinamizador de una economía basada en la industria, en el I+D+i, en un mayor valor añadido y en un empleo estable y de calidad. Cierto es que a día de hoy el cambio del modelo productivo no ha cuajado aún, entre otros motivos, porque cambiar el modelo productivo no es algo que se produzca de la noche al día sino que requiere de un proceso gradual de cambios profundos en la economía de un país y del cambio de mentalidad de la misma clase empresarial, la cual es en España reaccionaria y autocrática tanto por origen como por actitud.
Así pues, para hacer frente a la crisis convienen medidas de alcance más inmediato. En este sentido, Ramón Górriz, Secretario de Acción Sindical de CCOO, intervino el pasado 17 de junio en la Comisión de Trabajo e Inmigración del Congreso de Diputados y entre otras afirmaciones realizó las siguientes: Las causas de la situación que vivimos en España, no residen en el mercado de trabajo, y por tanto no se solucionan con reformas laborales. CCOO está dispuesta a participar del debate de la reforma de la negociación colectiva en España. Una reforma que potencie la negociación colectiva como instrumento para garantizar seguridad y flexibilidad a los trabajadores y a las empresas. Efectívamente, Ramón Górriz señala de manera muy acertada cual ha de ser el antídoto principal en la batalla sindical contra la crisis, que no es otro que el de reforzar la negociación colectiva como la gran herramienta legal que dispone la clase trabajadora para mejorar sus condiciones laborales.
Claro que cuando hacemos hincapié en la idea de reforzar la negociación colectiva no ha de hacerse bajo el paraguas de un diálogo social a la defensiva y algo endeble. El dialogo social ha de partir de unas premisas claras e inequívocas. Por ejemplo, tal y como señala Ramón Górriz éste no es el momento de una nueva Reforma Laboral y menos aún si se atisba como horizonte en la mesa de negociación un posible abaratamiento del despido como demanda la patronal. Asimismo, desde las organizaciones sindicales tampoco puede asumirse la pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora como una alternativa a la crisis como también pretende la CEOE al socaire de la grave coyuntura económica. Es evidente que la cuestión salarial no causa la crisis y por lo tanto no puede ni debe ser la solución a la misma. ¿Acaso ha sido determinante en Seat la congelación salarial para 2009 y 2010 cuando apenas representa el 7% del valor final del producto y un ahorro de 5 millones de euros frente a los 240 millones de euros que la multinacional recibirá de ayuda pública por la adjudicación del modelo Audi Q3?.
Por otro lado, el sistema público de la Seguridad Social no puede ser objeto de discusión si lo que se aspira es a reducir las cotizaciones empresariales a la caja común. No olvidemos que ya en la Reforma Laboral de 2006 se acordó la reducción de las cotizaciones empresariales en un 0,5% al desempleo y en un 0,2 % al FOGASA (Fondo de Garantía Salarial). Y sería imprudente concretar nuevas reducciones de las cotizaciones y alterar los ingresos de la Seguridad Social por lo que ello pudiera generar al futuro y a la estabilidad del sistema público y de pensiones.
En consecuencia, el fin es el de reforzar la negociación colectiva, sí, pero como camino hacia un diálogo social que establezca las bases de un gran pacto por la creación de empleo y la cohesión social. La ampliación de la prestación del desempleo para las familias sin cobertura, la mejora de la renta activa de inserción, el fomento de las políticas de economía social, la reforma de la ley concursal, el endurecimiento de la legislación en materia de presentación y aprobación de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE´S) o la revisión del sistema financiero son propuestas que se han realizado desde las organizaciones sindicales (véase documento sobre Propuestas sindicales para un acuerdo por el empleo y la protección social del 20 de mayo) que sitúan cuales son las verdaderas necesidades sociales y de que modo podemos garantizar un futuro más alentador y seguro para millones de trabajadores y trabajadoras de nuestro país.
Pedro Luna Antúnez.
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