lunes, 27 de agosto de 2007
Así duele un verano
Tras unos días de descanso en mi retiro cordobés vuelvo a la carga y a esa rutina diaria marcada por las manecillas del reloj, las prisas, los semáforos en rojo o en ámbar, las reuniones y las discusiones por "un quítame allá esas pajas", los borradores de acuerdos y los acuerdos, las hojas informativas y el boletín de noticias, el correo electrónico, los cafés de la máquina con sabor a aguachirri o el buen café de la Granja del Forn, los madrugones pero también la siesta, los fines de semana y los puentes y para variar, ese libro que debería de haber devuelto a la biblioteca, los coleccionables del kiosco y los objetivos que se marca uno para sentirse realizado.
Como el presidente Montilla y a la vuelta de mi retiro cordobés (un día explicaré porque Montilla me parece el cordobés más cordobés desde Séneca, Luis de Góngora y Manolete) asistó atónito al gafe que recorre Cataluña; apagones, colapso eléctrico, atrasos y averías en el aeropuerto y en los trenes, inundaciones, etc. Bueno dicen por ahí que es por la falta de inversiones, el caso es que hace unas semanas "La Vanguardia" hablaba de la decadencia de Cataluña como sujeto político, cultural y social, mientras CiU acusaba a Montilla de irse de vacaciones "al pueblo" en plena crisis. Esa derecha catalana siempre tan integradora y europea.
Yo, sin embargo, me quedo con una información que me han enviado unos buenos amigos y que señala como 6 de cada 10 catalanes viven con menos de 1.050 euros al mes, noticia publicada en El País y que pone de manfiesto que al margen de dimes y diretes ha llegado el momento que en Cataluña, después de cuatro años discutiendo el redactado del Estatut, se priorice el debate sobre las políticas sociales, la vivienda, las deslocalizaciones o la precariedad laboral. Después podremos festejar a los Cuatro Fantásticos.
Pedro Luna Antúnez.
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